Te echaba tanto de menos, pequeña ♥.

Durante cinco meses pasé de ser la amiga perfecta, la que todos desean tener, a ser la peor. Nos contábamos todo, nos reíamos de como vestía esta, de que me decía aquella. Éramos inseparables, casi hermanas. Disfrutábamos juntas, nos encantaba hacernos doscientas fotos en una tarde, era nuestra mayor afición. Pero llego el día, no se como ni cuando, pero alguien nos distanció. Esta vez yo me reía de ella y ella de mi. Yo le criticaba, ella me criticaba. Discutíamos todos los días, yo lo odiaba, pero por hacerme la dura, la machaba más.   Mientras yo gozaba con el resto de amigas que me quedaban, ella lo pasaba mal, realmente mal. Yo no me daba cuenta, lo único que hacía era reírme de cada estúpida chorrada que ella hacía, que no tenían ni puta gracia, pero ya me había acostumbrado a reírme de esas gilipolleces. Lloraba, por las noches tumbada en mi cama leía cartas que ella me escribía, sus mensajes, y una lágrima tras otra resbalaba por mi cara.
Llegó su cumpleaños, me comprometí a no felicitarla, que orgullosa yo, pero me fue imposible. Me metí en Tuenti, y le felicité. Una felicitación como otra cualquiera, cuando en realidad se merecía que escribiese hasta que se cansasen mis dedos.
Pasó tiempo de aquello, llegó mi cumpleaños, y ahí, cuando recibí su felicitación fue cuando realmente me di cuenta de lo tonta que había sido, por dejarla pasar, por olvidar todos los momento vividos. Le dije que quería quedar con ella, para arreglar las cosas, ella no se lo pensó dos veces y aceptó mi proposición. Avisé a dos amigas, y entre las tres le preparamos una mini-fiesta de cumpleaños, esa que no había podido disfrutar a nuestro lado. Hablamos, nos abrazamos y nos dijimos todo lo que nos habíamos echado de menos.
Gracias a Dios, todo volvió a la normalidad. Hoy en día somos amigas de nuevo, buenas amigas e inseparables, que es lo que más importa. Le eché de menos, llegué a llorar por ella, porque le quería, y hoy puedo decir lo mismo. Te quiero muchísimo Clara, no lo olvides.