Llegó su cumpleaños, me comprometí a no felicitarla, que orgullosa yo, pero me fue imposible. Me metí en Tuenti, y le felicité. Una felicitación como otra cualquiera, cuando en realidad se merecía que escribiese hasta que se cansasen mis dedos.
Pasó tiempo de aquello, llegó mi cumpleaños, y ahí, cuando recibí su felicitación fue cuando realmente me di cuenta de lo tonta que había sido, por dejarla pasar, por olvidar todos los momento vividos. Le dije que quería quedar con ella, para arreglar las cosas, ella no se lo pensó dos veces y aceptó mi proposición. Avisé a dos amigas, y entre las tres le preparamos una mini-fiesta de cumpleaños, esa que no había podido disfrutar a nuestro lado. Hablamos, nos abrazamos y nos dijimos todo lo que nos habíamos echado de menos.
Gracias a Dios, todo volvió a la normalidad. Hoy en día somos amigas de nuevo, buenas amigas e inseparables, que es lo que más importa. Le eché de menos, llegué a llorar por ella, porque le quería, y hoy puedo decir lo mismo. Te quiero muchísimo Clara, no lo olvides.
Me pasó lo mismo con una amiga. También lo hemos arreglado:) Me gusta mucho vuestro blog, os sigo!!
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